LIAM BLAKE
Esperé paciente al lado de la directora hasta que vi a Oliver caminar hacia nosotros, llevaba de la mano a la pequeña Lily, a la que se le iluminó la mirada en cuanto me vio. Alzó su manita, saludándome mientras me sonreía.
—¡Señor triste! —exclamó con gran alegría, dando saltitos a mi alrededor como un pequeño conejito pelirrojo.
—¿Señor Blake? —preguntó Oliver, confundido, pero con una sonrisa.
—Has crecido bastante, Oliver… —contesté posando mi mano en su hombro. Conforme crecía se parecía tanto a mí, por lo menos físicamente.
—Señ