¡El Alfa Raymond rugió!
Su cuerpo ardía de rabia, de fuerza contenida. Sus ojos verdes brillaban con un fulgor salvaje, mientras el aire a su alrededor se estremecía con su energía.
Frente a él… ¡Malahia! Transformada. Esa loba de pelaje marrón oscuro, de mirada roja como brasas, lo miraba desafiante, rugiendo con odio puro.
El viento soplaba fuerte. Las hojas volaban. La tensión podía cortarse en el aire como una cuchilla invisible.
—¡Traidora! —gruñó Raymond, su voz grave, llena de poder Alfa.
¡PUM!
Saltó.
Su cuerpo cambió en el aire, huesos y músculos se expandieron, su pelaje rojizo emergió como fuego… ¡Rustar, su lobo interior, había despertado!
Pero entonces…
El colgante que llevaba Malahia… ¡brilló! Una luz blanca, intensa, comenzó a latir como un corazón vivo sobre su cuello.
¡Zzzzzhh!~
Un sonido extraño, como si el aire se quemara resonó en el bosque.
Raymond sintió el ardor de inmediato.
¡Un fuego invisible quemaba su piel! Su respiración se vol