Capítulo 34— El destino de las hijas de la luna.
Cuando salió de la habitación, Draven y Alaric se colocaron a su lado de manera natural. Teo se quedó un instante más en la puerta, mirando a Kariane antes de obligarse a seguir al grupo.
El murmullo se extendió por los pasillos a medida que avanzaban hacia la sala del consejo. Guerreros, curanderas, ancianos y jóvenes se apartaban a su paso, algunos con reverencia, otros con curiosidad, unos pocos con temor.
—Es ella… —La loba de la medianoche… —La de la profecía… —Regresó al valle…
Lyra escuchaba los susurros sin detenerse. El peso de cada palabra se le pegaba a la piel. Durante años había sido la hija del beta. La loba omega que entrenaba con los guerreros. La casi luna de uno que nunca fue. Ahora era algo más que ni siquiera ella terminaba de entender.
La sala del consejo era una estancia amplia, circular, con una mesa pesada de piedra en el centro y bancos alrededor. Símbolos de la manada estaban tallados en las paredes. La chimenea ardía con un fuego controlado que dejaba ver el