—Está bien —respondo—. Ahora vamos.El corazón me late con mucha fuerza mientras recorremos los pasillos del hospital. La cara de las personas es deprimente, desesperanzadora, y me culpo a mí misma por no haber sabido a tiempo todo lo que ocurría y no sacar a mi madre de aquí.Este lugar huele a mue
Anna Roma
Ay, por Dios, despertó...
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