Es verdad que enamorarte te vuelve estúpida, porque aunque estoy encerrada entre 4 paredes, me siento tan feliz que podría gritar de emoción. Por otro lado, la irritación de Fanny emerge en enormes oleadas asfixiantes. Decirle que ya no me interesa saber de Julieta fue una mala idea.
—Eres tan conformista, Veena—me reprocha, mirándome desde el espejo con ojos críticos.
—¿Qué caso tiene conocerla? Julissa ya me ha dicho todo, ¿o no? Gian la amó y ella lo traicionó, es todo. Él no le hizo nada, no la lastimó ni abusó de ella.
Sé que mañana es la cita con Visconti; Gian se marchó hoy justamente al mediodía, tal cual me dijo su asistente. Sí quisiera reunirme con “el gran problema de los Creel”, este es el mejor momento para hacerlo. Pero ya no le veo sentido, no cuando soy completamente feliz.
—Indagamos tanto por nada. El Príncipe ha declarado que te ama, y eso ha bastado para hacerte perder el piso.
—Fanny, por favor…
—Veena, tú no eres así. Tú jamás has sido ciega ni mucho menos