14. Perdiendo la cordura

Clara tiene que bajarse del auto cuando el guardia frena de golpe.

—¡Señora! —grita el guardia.

Pero Clara coloca su cuerpo en la cera mientras se lleva la mano hacia la frente, abrumada por la noticia que es peor que una bomba directo hacia su cuerpo.

—¿Nuestra casa…? La evidencia, Martin —tartamudea Clara—. No. Esto no puede ser cierto. Esto no puede ser cierto, Martin. Si es así —la mirada de Lucas, desafiandola, la congela—, estamos perdidos.

—La casa está hecha cenizas. Los bomberos están aquí y sólo agradezco que ninguno de ustedes estaba aquí adentro. No te preocupes, Clara. Algo haremos. No estamos para darnos por vencidos.

—¡Pero eran papeles con años de investigación! ¿Y los datos en la computadora? Y la memoria externa —Clara analiza todas las posibilidades en su mente—. Tengo la memoria en la oficina, sí…eh, tienes razón. No debo alterarme, hay solución…

—Exactamente, Clara. Es tu deber buscar esa memoria, es lo único que queda.

Clara alza la mirada hacia el guardia.

—¿Cu
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