Ya estoy aquí, nena
Los disparos se multiplican, los hombres de Santiago salían por todos lados, Dante estaba demasiado ocupado haciéndoles frente y al mismo tiempo tratando de continuar su vida, si no fuera por su excelente entrenamiento, sin duda alguna ya habría pasado a mejor vida

En el ala oeste de la mansión, en la habitación de Santiago, el mafioso se acercó a Evelyn con la intención de hacer suya a su amada Evy, sus sentidos estaban nublados, no escuchaba los gritos ni las súplicas de la joven griega

¡Para, Santiago! ¡no lo hagas! ¡detente, te lo suplico!

La hermosa mafiosa suplicaba mientras que Santiago rompía su ropa, ya la había desnudado de casi totalmente, solamente le quedaba despojarla de su pequeña braga, las lágrimas de Evelyn brotaban cómo cascada, su voz se apagaba, estaba ya ronca de gritar y suplicar

Santiago comenzó a besarla por el cuello y sus redondos senos, en su locura el mafioso pensaba que la podría excitar con sus caricias, cuando llevaba la panty a la altura de los tobillos
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