Capítulo 123. Bajo amenaza.
Dominic
El helicóptero corta el aire denso de la madrugada mientras nos dirigimos hacia San Petersburgo. El cielo está oscuro, solo delineado por unas pocas luces parpadeantes que se pierden a lo lejos.
Los motores del aparato rugen, pero el ruido apenas alcanza mis oídos, porque mi mente está atrapada en un solo pensamiento. Trina y sus heridas.
Mi cabeza da vueltas con las imágenes de lo que he visto en el refugio de Seamus. Solo pienso en una sola cosa: venganza. Ese desgraciado tiene que pagar por lo que hizo, al igual que Nidia, poco me importa ahora hacerme enemigo de su padre. Ella cruzó una línea que no debería haber cruzado jamás. La traición es imperdonable en nuestro mundo.
Miro a Trina, acurrucada contra mi pecho. Su respiración es irregular, entrecortada por el dolor. Cada gemido suyo es como un puñal en mi corazón. Acaricio suavemente su cabello, tratando de transmitirle algo de consuelo.
—Pronto estaremos en casa —le susurro al oído. —Te pondrás bien, te lo prometo.
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