CAPITULO 245

NARRADOR

Al anochecer Danko ceno en soledad, porque hasta su hijo Danko con su esposo Nicolás estaban en casa de Mijaíl cuidando la casa, sus hijos y los hijos de los trillizos. Cuando terminó subió a la parte más alta de su mansión para asomarse y observar las luces de la ciudad. Nunca se había sentido tan solitario. Su celular seguía en silencio absoluto. Soltó un largo suspiro de resignación.

Se cansó de estar solo y bajo para tomar su moto e irse sin ningún rumbo, solamente quería sentir el viento de la velocidad. Ya había recorrido algunos kilómetros hasta que se decidió ir al mirador. Ahí se bajó para observar el bello paisaje de la ciudad. Se sentó en el césped para sollozar, nadie fue testigo de su dolor, de su falta de compañía, renegaba internamente y decía en voz baja.

—¿De qué me sirve el maldito dinero? Quizá podría comprar a alguien por unas horas de placer, pero... ¡Eso no es lo que necesito! Yo... Extraño a mi esposo, extraño a mi familia, ¡Me siento tan solo!

Se quedó
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