Atina
Lo oí todo. Mis párpados se negaban a abrirse. Estaba en un estado de estasis. Un estado al que los vampiros regresaban cuando casi se desangraban por las heridas. Podríamos permanecer en este estado eternamente, pero éramos vulnerables. Fáciles de matar. Si Romeo hubiera sido cualquier otro hombre lobo, ya me habría arrancado el corazón. Una forma segura de matar a un vampiro, pero probablemente ni siquiera entendía cómo hacerlo.
No comprendía nada acerca de sí mismo como hombre lobo.
El sonido de las páginas al pasar era nítido para mis oídos. Un sonido que recordaba por completo, pues me encantaba leer y, desde que me encontraba en este estado maldito, ni siquiera podía tocar un libro. Anhelaba sostener el peso de un libro de tapa dura en mis manos. Oler el aroma del papel y la magia de las palabras. Devorar la escritura con la mirada.
Cuánto he anhelado desde que Silas me maldijo y me llevó a este lugar.
Ahora, incluso si el hermano de Romeo regresara con Silas y una forma d