CAPÍTULO 36

Angy.

Abro los ojos de repente. El brillo de la habitación pega en mis ojos y tengo que volverlos a cerrar, poco a poco los vuelvo a abrir hasta que se acostumbran a luz del día.

Luz del día...

Reparó en dónde estoy, es una habitación pequeña sin mucha decoración y con colores vivos, aunque la pintura este por caerse de las paredes.

—Bienvenida, Angy.

Miro a Dimytri quien está a pasos de la puerta de entrada y salida, bajo los pies con dificultad porque siento dolores musculares muy fuertes como si hubiera corrido una maratón o me dieran una paliza unas horas antes.

Respiro con calma y pongo mi empeño en poder levantarme, cuando lo logro el mareo se apodera de mí haciendo que el mundo de vueltas y vueltas. Me sostengo de la camilla el tiempo necesario para que se pase todo esto y volver a ser yo por completo.

—Ten, es agua. —Bebo lo que me ha traído Dimytri, no puedo evitar sonreír por sentir como baja por mi garganta el líquido vital.

—Estas disfrutando esto ¿Cierto? —asiento, claro
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