Desde el principio.
Unos golpes en la puerta captaron su atención y se dio cuenta del cambio en el rostro de su hermano. Ahora lucía una sonrisa amable. La misma que le había dado a su asistente hace un rato.
—Adelante —imperó.
Johari ingresó, cargando una bandeja con dos tazas humeantes. Una sensación nostálgica brotó dentro de su pecho. Quería negarlo, quería hacer como si nada, pero lo cierto era que toda esta situación lo estaba matando por dentro. Extrañaba el humor peculiar de su asistente. Extrañaba las sonrisas cómplices, las miradas y…
—Su café, señor Tanner.
—Gracias Johari.
—No pedí café.
Entre la respuesta de su hermano y la suya, estaba seguro que podría haber sido un momento hilarante. Pese a eso, Francis parecía muy satisfecho ahora mismo, con esa sonrisa demasiado amable y esa mirada de suficiencia.
—Habrá otro problema —señaló su hermano, ladeando la cabeza hacia un lado y mirando a Johari—. Veamos, no tengo ningún problema con que te dirijas a mí por mi nombre. Entiendo que estamos en u