48–Buen viaje hermano.
El momento era tenso, los soldados estaban apuntando a los forajidos y viceversa. Estaban en un camino en el medio de la nada. Eran varios los soldados que custodiaban a Rómulo y a Joaquin pero los misteriosos hombres sin duda alguna los superaban numéricamente.
—Entonces señor policía ¿que decidió?—volvió a preguntarle el mismo hombre del caballo blanco.
Dicho esto uno de los guardias que estaba cerca de Alfonso dejó de apuntarle a los hombres misteriosos y le puso el arma en la cabeza a él.
—Suéltalos—dijo el soldado—evita una masacre, somos mayoría.
—Ya sabía yo que habían infiltrados—le dijo Alfonso al soldado— ¿en serio estás dispuesto a disparar?
—Yo que usted no provocaba señor— le respondió este sin chistar.
Se miraron fijo por unos segundos hasta que Alfonso habló.
—Esta bien, como ustedes quieran—miró a Rómulo antes de seguir hablando—pero déjame decirte que te voy a perseguir hasta el último de mis días, ya esto se ha convertido en algo personal.
Rómulo le sonrió muy cínica