Mundo de ficçãoIniciar sessãoLas Marias, ese es el nombre de la hacienda más hermosa de la región, estamos en pleno siglo XIX esclavitud, mujeres sumisas y oprimidas por los hombres. Pero siempre hay una diferente y esa es Maria Alejandra Valverde, una mujer atípica para su época la cual es capaz de jugárselo todo hasta su virginidad por no perder su independencia y su hacienda ¿Logrará mantener la cabeza fría? ¿O al final el amor terminará venciéndola? Intrigas, mentiras, amor y odio son sentimientos que encontrarán en esta historia.
Ler maisVestida de novia, observaba por la ventana, era de noche, abrió ligeramente el cristal, el sonido del viento como de aquellas voces se grabaron en sus oídos.
Mariza se había casado con Jorge Santalla hace unas horas, y estaban en su nueva residencia cuando esa mujer llegó a tocar su puerta, la conocía, solo de nombre, era Mónica Flores, los rumores apuntaban a que era la exnovia de su ahora marido.
—¡¿Y qué debía hacer?! ¡Me engañaste Mónica!
—¡Yo no quería engañarte! —exclamó la mujer en el jardín frente a ese hombre que vestía un esmoquin con aquel botonier—; tenía vergüenza de mi pasado, amor —ella quiso tocar su rostro.
Él se deshizo de su agarre.
—¿Cuándo ibas a sentirte avergonzada? ¡Nunca dejaste de trabajar como una… ni siquiera porque ya eres mía! ¿Te faltaba dinero? ¿Por qué no me lo pediste?
La mujer hundió la mirada.
—¡Nunca serás feliz con ella! No la amas, solo me amas a mí, ¡díselo! Grítale que cuando la besas, piensas en mí.
—¡Cállate! No voy a perdonarte, ahora vete, solo vete…
—¿De verdad quieres eso? —exclamó, ella acunó su rostro, intentó besarlo.
Él la rechazó, pero el corazón de Mariza estaba temblando, no hacía ni un ruido, pero lo veía todo.
—Vete, se acabó.
Mónica sollozó.
—Jorge, yo te amo, ¿me olvidaste por tu muñequita de porcelana? Dime, ¿me olvidaste? ¿Ahora la amas a ella?
Jorge tenía la mirada sobre esa mujer, se sintió dominado por su lujuriosa pasión, por sus labios carmesí, estuvo a punto de besarla, se detuvo, miró hacia la ventana, ella estaba ahí, sus ojos la miraron con horror, se alejó.
«No puedo, creí que Mónica sería la mujer que querría por siempre, no puedo olvidarlo, me traicionó, es solo una vil mujerzuela»
—¡Vete, ya te olvidé!
Mónica cayó a sus pies, sollozó como una niña pequeña.
Mariza tuvo suficiente, bajó las escaleras tan rápido como pudo, llegó hasta ahí.
—¡No tienes dignidad, mujer! ¿No te han rechazado lo suficiente?
—¡Jorge, la escuchas! Ella me insulta, mira lo cruel que es, ¡es una desgraciada mujer!
Mariza sintió su corazón empequeñecer, sintió la mirada feroz de Jorge contra ella, Mariza tomó su brazo.
—¡Haz que se vaya! ¿Me humillarás de esta forma?
Él quitó su agarre, como si ella lo quemara.
—Vete, Mónica, ahora mismo.
Mónica se levantó, Jorge tomó la mano de su esposa, la llevó adentro, cerró la puerta, aún escucharon el grito de Mónica frente a la puerta, sollozando.
Jorge cerró los ojos, su cabeza dolía.
—¿Por qué has permitido esto, Jorge?
Él la miró con rabia.
—¿Quién te has creído para decirme que hacer? No creas que no lo sé, no eres diferente a Mónica, sé por qué se dio este matrimonio, mejor reconócelo, ¿acaso no te vendiste como mi esposa por dinero?
Ella le miró con horror, golpeó su mejilla con una fuerte bofetada, Jorge se quedó perplejo, ninguna mujer, ni su difunta madre lo golpeó antes.
Él la tomó con fuerza del brazo.
—¿Acaso lo negarás?
—¡Lo niego! —exclamó con ojos llorosos—; y quédate con tu estúpido matrimonio, mañana mismo haré que lo anulen, no seré la esposa de un pobre idiota como tú.
Los ojos de Jorge se abrieron enormes, ella subió la escalera, se alejó de él.
Mariza llegó a su alcoba, sollozó sin control. Limpió sus lágrimas.
«No me quedaré en esto, ni siquiera porque lo amé con locura»
Recordó cuando lo conoció, era una fiesta de debutantes, hace tres años, entonces él estaba ahí acompañando a su prima, Jorge era el hombre más guapo que ella vio, y esos ojos azules la dominaron, ella lo amó desde ese primer momento, pero él nunca se dio cuenta.
Sus padres cayeron en la bancarrota, luego del escándalo de su hermana mayor, Perla, quien abandonó a su marido, y se suicidó meses después, eso fue terrible, los destruyó en la sociedad.
Nadie quiso ayudarlos, hasta que la familia Santalla les ayudó con una alianza comercial, pero hace unos meses, la madrastra de Jorge fue quien propuso a sus padres que Mariza se casara con Jorge, para ella fue como un sueño real, pero los rumores se pusieron en su contra, todos hablaban de una mujer de la vida galante que había hechizado el corazón del primogénito de los Santalla, ahora ella descubrió la verdad.
Volvió a la realidad y Jorge abrió la puerta, su mirada era severa.
—¿Qué? ¿Te vas a ir?
Ella le miró con rabia, tomó su valija, salió, no dijo nada más.
Jorge se quedó justo ahí.
Mariza salió de, sintió su corazón roto, subió al auto, manejó hasta su casa.
Al llegar, entró con su maleta, su padre salió del despacho en cuánto la vio, la empleada que le abrió la puerta estaba sorprendida de verla con el vestido de novia, y la maleta en la mano.
—Lleve mi maleta a mi habitación.
—¡No, claro que no! ¿Qué haces aquí, Mariza? Deberías estar con tu esposo.
—Padre…
Su padre Abel pidió a la sirvienta que se fuera, tomó el brazo de su hija, la obligó a ir a su despacho.
—¿Qué demonios te pasa? No puedes abandonar a tu esposo en plena noche de bodas, ¿qué pasó?
—¡Él no me ama, padre! Dice que soy una interesada, una mujerzuela que se vende por dinero, ¿por qué ha dicho eso?
Abel siseó.
—¡Ya basta! Escúchame muy bien, niña, te he mantenido durante veintidós años, ya no eres pequeña para que no lo entiendas, ¡claro que este matrimonio es por interés! ¿Acaso crees que Los Santalla nos han apoyado tanto estos años por nada? No, hay mucho dinero de por medio, y más te vale que vuelvas con tu esposo, no me hagas perder la paciencia, Mariza.
—¡No soy una moneda de cambio! ¡No soy una propiedad de la que te puedes deshacer o traspasar a otro hombre! ¿Te enteras?
Mariza lanzó un quejido al sentir esa bofetada en el rostro, chilló en el suelo.
—¡Estúpida mocosa! ¿Qué crees que haces?
Su madre entró, levantó a su hija del suelo, ella sollozó.
—Vamos, Mariza, debes volver con tu esposo.
—Madre, ¿por qué me tratan así?
—¡Vete, Mariza! Si no vuelves con tu esposo, aquí no volverás, estarás en la calle —dijo su padre
Mariza tomó su valija, las lágrimas rodaban por su rostro, salió de ahí, volvió al auto.
Condujo de vuelta a casa, odió tener que volver, sintió vergüenza, no tenía a donde más ir.
Al llegar, pensó en lo que haría.
«Hablaré con él, le diré la verdad, que no sabía nada de que mi familia recibiría dinero, él se divorciará de mí, no me importa nada más», pensó
Mariza subió a su alcoba, Jorge estaba bebiendo, levantó la vista, se sorprendió de verla ahí.
—Mira, ¿qué tenemos aquí? La esposa digna por fin volvió a casa —dijo con una sonrisa burlona.
—¡Diegooo,ah! No puedo aguantar más—gritó Alejandra desesperada.—Lo siento amor, lo siento—dijo él acercándosele mientras limpiaba las lágrimas que tenia en el rostro.—Él esta…—preguntó Ale al ver la camisa de su esposo manchada de sangre.—Si, Gerónimo acaba de morir y ese disparo era para mi, si él no se hubiera metido en el medio ahora fuera yo el muerto.—Te cuidó como un padre cuida a su hijo, dio la vida por ti.—Si, así mismo es, mi padre dio su vida por mi, después de todo mi madre no escogió tan mal.—¡Ah!—volvió a gritar Alejandra.—Vamos amor, ayúdame, tenemos que llegar a la casa.—No puedo Diego no puedo, me duele mucho—le respondió Ale entre lágrimas.—¡Claro que tienes que poder!, tú eres una mujer fuerte.—Que no puedo aguantar más, tu hijo va a nacer aquí. —Ale, Diego, aquí estamos—gritó Juliana que venía con Hortensia y Fer.—Ya Alfonso nos explicó lo que sucedió, se acaban de llevar a Fátima y a ese hombre, el matón de Rómulo.Ese hombre fue el que intentó matart
Gerónimo no sabía que hacer ni que decir.—No, no puede ser, me estás mintiendo— miraba a los dos indistintamente, sonreía como un loco, tenia los ojos llenos de lágrimas.—Diego sin decir ni media palabra se zafó su pantalón y se lo bajó solo un poco, del lado izquierdo para que él pudiera ver su lunar.—Creo que tienes uno igual ¿verdad?—le preguntó.—Diego lo tiene de nacimiento,—le explicó Hortensia—mi hermana siempre me decía que eso lo había sacado de ti.Gerónimo tuvo que sentarse, era demasiado fuerte lo que estaba viviendo.—Necesito saber como fue, que pasó—preguntó Gerónimo mirando a Hortensia.—Después que tu padre nos vendió mi hermana descubrió que estaba embarazada, muchas veces le preguntaron si era tuyo y ella siempre lo negó, nunca dejó de protegerte.Gerónimo no podía contener las lágrimas.Cuando Diego nació fue casi imposible esconder que era tu hijo—siguió explicándole Hortensia—tu padre mandó a uno de sus matones, Diego tenia solo tres meses de nacido, nunca sup
Diego tuvo que sentarse, no podia creer lo que acababa de escuchar, Alejandra desaparecida , no era posible, no, eso no podia estar pasado.—Fer pero como que desaparecida, como es eso posible, ¿a dónde salió?— le preguntó a su cuñada después de estar unos segundos tratando de analizar lo que estaba pasando.—No lo sabemos—le respondió Fer sentándose frente a él.—Ella me dijo que iba a buscar unas cosas del bebé que se le había quedado ayer en casa de Fer—explicó Juliana—pero Fer dice que a su casa nunca llego.—Buenas noches—dijo Hortensia entrando a la casa—¿y esas caras, pasa algo?—Alejandra tía, nadie sabe donde está.—¿¡Como que nadie sabe de la niña Ale!?— preguntó Paco que venía con Hortensia.—Salió de aquí supuestamente para mi casa Paco, pero nunca llegó— le explicó Fer.—Ahora mismo voy a reunir unos cuantos muchachos y vamos a peinar toda la hacienda, tiene que aparecer— dijo Paco, dio media vuelta y salió de la casa.—Pues tenemos que buscarla porque está en sus últimos
—¿¡Como que se escapó!?— le preguntó Diego a su cuñado muy asombrado.—Los hombres de Rómulo prepararon una emboscada y los esperaron a medio camino—explicó Rafael— hubo muertos en ambos bandos uno de ellos fue Joaquin.—Dios mío—dijo Fer.—Bueno, yo la verdad que no soy capaz de desearle la muerte a nadie pero la realidad es que no se perdió mucho— comentó Ale.Estaban todos reunidos en la sala de casa de Rafael y Fer, él había acaba de llegar del pueblo con las últimas noticias de lo acontecido y los había reunido a todos para hacer el cuento una solo vez.—Donde crees que puede estar escondido?— le preguntó Rafael a Diego.—Donde mismo tienen el opio, estoy seguro que ahí deben estar escondidos, la pregunta del millón es, dónde tienen el opio.—Si, yo pienso lo mismo deben estar en el depósito de opio—le respondió Rafael—es tan buen lugar que nadie ha dado con él.—Debe estar bien oculto—dijo Fer.—O quizás no—intervino Diego—los mejores lugares son los más visibles, justo por eso,
El momento era tenso, los soldados estaban apuntando a los forajidos y viceversa. Estaban en un camino en el medio de la nada. Eran varios los soldados que custodiaban a Rómulo y a Joaquin pero los misteriosos hombres sin duda alguna los superaban numéricamente.—Entonces señor policía ¿que decidió?—volvió a preguntarle el mismo hombre del caballo blanco.Dicho esto uno de los guardias que estaba cerca de Alfonso dejó de apuntarle a los hombres misteriosos y le puso el arma en la cabeza a él.—Suéltalos—dijo el soldado—evita una masacre, somos mayoría.—Ya sabía yo que habían infiltrados—le dijo Alfonso al soldado— ¿en serio estás dispuesto a disparar?—Yo que usted no provocaba señor— le respondió este sin chistar.Se miraron fijo por unos segundos hasta que Alfonso habló.—Esta bien, como ustedes quieran—miró a Rómulo antes de seguir hablando—pero déjame decirte que te voy a perseguir hasta el último de mis días, ya esto se ha convertido en algo personal.Rómulo le sonrió muy cínica
—Si , yo—le dijo con una gran sonrisa— ¿acaso pensaste que yo era corrupto?—dijo tomando asiento— pues te equivocaste grandemente, no soy más que un policía con ganas de atraparte.Rómulo no sabía ni qué contestarle, realmente lo tomó por sorpresa, una cosa era que lo presionaran y él hablara y otra muy distinta era que él fuera un policía encubierto.—Tú no tienes nada contra mi, solo es tu palabra contra la mía.—¿Y te parece poco la palabra de un policía?—intervino Esteban— déjame decirte que aquí mi amigo Eduardo Alfonso no es un mero policía, no, para nada, es uno de los más importantes y reconocidos, ¿o tú crees que te íbamos a mandar un cualquiera? —Además, te equivocas al decir que no tengo nada contra ti—le comentó—¿que crees que hice con todo el dinero que me pagabas por hacerme el ciego?Rómulo se quedó completamente callado y ecuánime, no podía perder la calma, si lo hacía iba a estar completamente perdido.—No sé de que me hablas, yo jamás te he dado dinero por nada ni p
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