23. JUZGADO POR SUS ACCIONES
LIAM
Margareth tomó mi mano y caminamos hacia la pista.
Luce desconcertada, como si no esperara mi invitación.
Cuando llegamos al centro del salón, coloqué una mano en su espalda.
La música empezó, y mientras daba el primer paso, la deslicé hacia su cintura.
Sentí cómo se tensaba.
Sus músculos, bajo el corsé, eran un muro de contención, una frontera.
La sujeté un poco más firme de lo debido y comenzamos a bailar.
—Pensé que bailarías otro par de piezas con Lizzy —comentó en voz baja, apenas un roce de aire contra mi oído.
Sus palabras me irritaron más de lo que esperaba.
Contuve el impulso de fruncir el ceño y respondí con mi mejor sonrisa, la misma que desarma a todas.
—¿Cómo podría hacerlo si mi hernosa prometida me espera?
Ella alzó apenas una ceja. No se dejó engañar.
La respuesta que me devolvió fue una estocada:
—Pero cuando se trata de tu séquito de admiradoras, eso no parece importarte.
¿Acaso crees que no sé de las "muestras de cariño" con Lady Preston?
¿O del rumor de que un