NOS MOVÍAMOS CON RAPIDEZ

No quería tocarlo si había una manera de evitarlo...

Mi lobo me atravesó la piel de repente, sin previo aviso. Siempre nos movíamos con rapidez, como los lobos más fuertes. Los lobos más débiles tardaban unos minutos.

Se quitó la camisa y los bóxers de una patada antes de correr por el pasillo, sacudiéndose el pelo castaño con reflejos. Al igual que mi pelo, era mucho más claro alrededor de su cara, difuminándose con un tono más oscuro natural.

Escuché al Alfa gruñir detrás de nosotros, y luego un lobo negro gigante pisoteaba detrás de nosotros, gruñendo y resoplando como un niño enojado.

Golpeó bruscamente el costado de mi loba, y ella le chasqueó los dientes. Su gruñido se apagó de inmediato y emitió un gemido, lamiéndole un lado de la cara. Ella se frotó contra él un momento, hasta que su estómago hizo un ruido.

Entonces ella le gruñó y siguió su nariz por unos cuantos pasillos.

Casi esperaba que el Alfa se comunicara conmigo mentalmente y dijera algo. Me había obligado a entrar en
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