—¿Entonces no hasta que me obligues a sellar el vínculo durante la próxima luna llena? —pregunté arrastrando las palabras. El sarcasmo era tibio después de mi llanto, pero los ojos color miel de Enzo se iluminaron un poco de todos modos.
Me besó la frente, me bajó de la encimera hasta ponerme de pie y luego salió de la habitación.
Me pasé la mano por la parte superior del pelo. Estaba parado en ángulos extraños, como si lo hubieran tirado unas manos gigantes.
Tampoco iba a pensar mucho en eso.
Incluso si estuviéramos sentados solos en una cabaña esa noche.
Saqué una bolsa de lona del armario y metí algo de ropa. Al pensar en los hábitos de vestir de Enzo, pensé que probablemente no se molestaría en empacar ropa, así que también le metí algo.
Ya no podía soportar más mi cabello desordenado y grasoso, así que lo saqué del moño y cojeé hasta el baño.
Probablemente a Enzo le molestaría que me bañara sin su ayuda, pero sobreviviría. Estábamos a punto de pasar calor juntos, así que se le pa