Capítulo 22

Los guardias fueron a levantar el cuerpo de Chesay y se volvió polvo, un viento extraño apareció llevándoselo. Un escalofrío recorrió el cuerpo de los presentes.

Crono, en medio de su desconcierto, clavó una mirada furiosa en su Luna, incapaz de comprender por qué Freya había desobedecido sus órdenes.

—Freya, ¿por qué estás aquí? Te ordené que no abandonaras la mansión. Pensé que, al menos esta vez, comprenderías la magnitud del peligro que enfrentamos y permanecerías a salvo.

Freya, aun abrazando a su padre, se apartó de él, entrecerró los ojos y con voz gélida gritó.

—Ni siquiera en momentos como este eres capaz de expresar gratitud. Venimos a ayudar, y gracias a Isis, logramos liberarnos de la amenaza de los orcos.

—Si algo te hubiera sucedido, tu padre no me lo habría perdonado —manifestó, con su voz cargada de miedo, al pensar que otra vez perdería a otra loba que ha logrado colarse en su corazón.

—No me pasó nada, como puedes ver. Y yo no habría permitido que nada malo le ocurr
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