Mientras ellos discutían los detalles de su próximo plan, me desperté por la avalancha de besos que Ilán depositaba en mí.
—Ilán, amor, no lo hagas, es demasiado. Por favor, esperemos que estés bien —rogé con cariño.—Estoy bien, Ivory —dijo sin detenerse—. Tengo treinta años, amor, y jamás lo había hecho. No me detengas, por favor, prometo que será uno solo.—Ilán, estabas muy agotado antes, y yo también deseo dormir. Descansemos, amor, no te hace bien tanto sexo —dije, tratando de salir de debajo de él, que ya se había posesionado en el medio de mis piernas y había roto mi ropa interior. Sin poder impedirlo, sentí cómo se hundía en mí y no protesté más.La noche avanzaba y con ella, el vínculo entre Ilán e Ivory se fortalecía. L