ILÁN:
De repente, una suave brisa acarició nuestros rostros, trayendo consigo el dulce aroma de las flores que adornaban el mausoleo. Ivory cerró los ojos, permitiendo que una sensación de paz la invadiera.
—¿Lo sientes, Ilán? —susurró Ivory con una expresión feliz—. Es como si nos dieran su bendición. En contraste con el mausoleo de los padres de Ivory, que rebosaba de luz y flores, el de Stavros Makis era sobrio, adornado con impresionantes esculturas que evocaban su herencia griega.—Mi padre —comencé mientras me adentraba en el recinto, mi voz cargada de emoción— era el hombre más honorable que podrías conocer. Tuvo la desgracia de enamorarse y dejarse engañar por mi madre... Mis palabras se quebraron al llegar a la lápida con la foto de mi padre sonriente. Una oleada de tristeza y vacío inund&o