Las palabras de Eduvijes, llenas de veneno y desdén, resonaron en el ambiente. Sentí una punzada de dolor, pero me mantuve firme. No iba a dejar que me humillaran. No pude impedir que Eduvijes le quitara la bandeja a Ivory. La miré, sintiendo una gran rabia.
—Señora Eduvijes —la interrumpí en medio del sermón que le daba a Ivory sobre las buenas normas de la clase alta—. Devuélvame la bandeja, por favor. Quiero terminar de explicar para qué se utilizan estos cubiertos. Y mi esposa no tiene que permitirme nada. Esta es mi casa y hago lo que quiero. ¡Y deje de insultarla, eso no se lo permito a nadie! La furia se apoderó de mí. Las palabras de Eduvijes, llenas de condescendencia y desdén, me habían atravesado la piel como una espina. Eduvijes, en su afán de desacreditar a Ivory, había menospreciado a mí por mi condición f&i