La sangre se me heló en las venas. Un miedo frío recorrió mi cuerpo. ¿Qué habían hecho? ¿Habían robado algo? ¿Habían puesto en peligro a Ivory? Por mi parte, sentí una punzada de rabia. No podía creer que alguien se atreviera a invadir mi privacidad de esa manera en mi propia casa. Y lo peor de todo era que no tenía ni idea de qué estaban buscando.
Ivory y yo nos miramos fijamente, con la mirada llena de preocupación y confusión. Sabíamos que algo terrible estaba sucediendo, algo que nos amenazaba, pero aún no teníamos idea de la magnitud del peligro. La voz de tía Josefina a nuestras espaldas nos hizo girar.—Es muy claro a lo que han venido —dijo sin dejar de avanzar—. Ustedes son un matrimonio que ni mandado a hacer en el cielo podría salir mejor y eso es algo que buitres como ellos no pueden aceptar.