111. MÁS PROBLEMAS
Mis palabras resonaban con un eco de sentencia definitiva. En ese momento, Amaya comprendió la magnitud de su situación: atrapada en un cuerpo que no respondía, condenada al silencio por una parálisis química y desterrada de la vida que conocía por los oscuros secretos que la rodeaban. La ironía de su destino era cruel; mientras más intentaba liberarse de las cadenas del pasado, más apretadas se volvían estas alrededor de su presente.
En el hospital central, Dafne entró con una cara de triunfo en la consulta del doctor Herrera:
—¡La encontré! —dijo sacudiendo unos recibos del banco—. Al fin logré saber a qué instituto Ilán le paga cada mes servicios médicos. Mira, es aquí donde debe tener a Amaya.
En el hospital central, entré en la consulta del doctor Herrera con una expresión de triunfo. Lo miré, observando su confusión y repetí:
—¡La encontré! —dije, sacudiendo unos recibos del banco—. Al fin logré saber a qué instituto Ilán le paga cada mes por servicios médicos. Mira, es aquí don