Los días habían pasado lentamente, Susana se sentía un poco abatida después de su encuentro con Martín. Le había llamado en un par de ocasiones y tanto él como Elene, insistían en que los visitara, así que esa misma tarde pasaría a verles .
Su teléfono sonó reclamando su atención; era Robert, bufó y aceptó la llamada.
-¿Susana, cariño?- la profunda voz de él, llegó hasta ella inundando sus sentidos.
-Hola, Robert.
-¿Qué sucede?, ¿me estás evitando? –le preguntó nervioso.
-¿Por qué lo dices?- parecía despreocupada.
-¿Por qué lo digo, Susana? ¡En serio! Me has estado evitando- aseguró- llevas tres días sin responder mis llamadas, ni mis mensajes y si voy a tu departamento nunca atiendes cuando llamo a la puerta.
-La verdad es que estoy cansada de tu actitud- le dijo con voz susurrante- me molestan tus celos, me agobias y me resultas asfixiante, Robert.
-Susana. . . ya me he disculpado- dijo con tono triste.
-El caso es que no hubie