Mundo ficciónIniciar sesiónLas paredes sangraban con gemidos.
Callie se quedó paralizada justo afuera de la puerta del dormitorio. El ritmo asqueroso de piel contra piel vibraba por el suelo, resonando en sus huesos como un estertor. Su corazón latía con fuerza contra sus costillas. Quería correr. No... quería derribar la puerta, destrozarlos, gritar hasta que se le quebrara la voz. Pero entonces llegó la voz de Freya. Baja. Sensual. Cruel. "¿El Rey Licántropo la matará primero...", ronroneó, sin aliento entre caricias, "¿o se la follará primero?". Siguieron risas... la risa de Vander. Fácil. Despreocupada. Complacida. Despreocupada. A Callie se le encogió el estómago. La fría comprensión la atravesó como un cuchillo. Ella lo sabía. Vander sabía lo que hacían cuando ataron a Callie desnuda a la cama de Darian. Y lo permitió. La rabia la invadió en una violenta oleada. Callie abrió la puerta de golpe. La cama estaba empapada de sudor... sábanas resbaladizas y extremidades desnudas. Vander se incorporó de golpe. Freya jadeó fingiendo sorpresa, esbozando una sonrisa burlona como si lo hubiera ensayado. "¡Maldito enfermo!" La voz de Callie se quebró de furia y agotamiento. "¡Lo planeaste! ¡Dejaste que me llevaran!" Vander entrecerró los ojos. Todavía desnudo. Todavía brillaba de placer y nada de vergüenza. "Callie..." "Ahórrate eso." Avanzó con paso decidido, con los ojos encendidos. "¿Te estaba tomando el pelo? ¿Solo para practicar hasta que pudieras volver a jugar a las casitas con ella?" Freya se incorporó lentamente, dejando que las sábanas cayeran hasta su cintura como una reina que revela su corona. Su sonrisa burlona se acentuó. "No te hagas ilusiones", dijo arrastrando las palabras. "Él nunca te amó. Solo eras una distracción. Un pequeño agujero para follar." El cuerpo de Callie se tensó. Se giró hacia Vander, respirando con dificultad. "Dilo." Vander no dijo nada. Pero el silencio... fue un grito. Callie se abalanzó sobre él. La pelea fue fea. Personal. Una maraña de puños, furia y años de podredumbre que finalmente afloraron. Se estrellaron contra los muebles. Se aferraron a la cama. Nada pulido. Solo un dolor intenso que se volvió violento. Y en medio de todo... Freya gritó. Callie giró. El destello de una daga brilló en su mano. Se abalanzó. El tiempo se ralentizó. Callie se agachó, con los instintos a flor de piel... demasiado tarde para detenerla, demasiado rápido para atraparla. Su impulso la impulsó hacia adelante... directamente hacia la espada desenvainada de Vander. El acero le atravesó el estómago con un crujido húmedo. Un jadeo escapó de sus labios al desplomarse en los brazos de Vander. "¡Freya!", gritó Vander, sujetándola, con el horror floreciendo en su rostro. La sangre le corría por la mano. Ella lo miró con los ojos abiertos, casi con incredulidad. "No se suponía que tú......" No terminó la frase. Su cuerpo se desplomó, la fuerza se desvaneció como la niebla. Sus dedos se aferraron a los hombros de Vander y luego se desplomaron. Se había ido. Callie se quedó paralizada. El corazón latía con fuerza. El pulso ensordecedor. Vander levantó la vista lentamente. No había pena en sus ojos. Solo cálculo. Callie corrió. No pensó. No respiró. Simplemente corrió. No sabía que ya estaba muerta. Para cuando llegó a las afueras del pueblo, el sudor se le pegaba a la piel como culpa. Apenas recordaba haber sacado su sudadera con capucha de detrás de un viejo bar. Sus manos aún olían a sangre. Sus rodillas aún temblaban por la adrenalina. Se metió en un motel de carretera, con la capucha puesta y la cabeza gacha. El recepcionista no levantó la vista. Detrás de ella, un par de hombres entraron, en medio de una… conversación, con voces bajas pero audibles. "He oído que Luna, la Alfa, murió", susurró uno. "Dicen que la hija de Beta lo hizo… la apuñaló durante una pelea de amantes". A Callie se le heló la sangre. "Recompensa no disponible. Viva o muerta. Órdenes de Vander". No se presentó. Salió corriendo. Directamente contra un muro de músculos. Unas manos ásperas la agarraron, estampándola contra la pared de ladrillos más cercana. Luchó, presa del pánico… pero otro hombre se unió. Dos. Tal vez tres. Todos con equipo táctico negro. Cada uno con el sello dorado de la Guardia Real Licántropa. "¡No… espere! ¡Por favor!", jadeó Callie. "Déjame explicarte…". Una cadena chasqueó alrededor de sus muñecas. "Se lo explicarás al Rey", gruñó uno de ellos. "Si le importa un comino". El camino se volvió borroso por el miedo. Para cuando llegaron a las puertas del palacio, Callie tenía los pulmones en carne viva y las muñecas le ardían. Los guardias la sacaron a rastras del vehículo y la arrojaron a los escalones de piedra como si fuera basura. Sin palabras. Sin advertencias. Solo silencio. Hasta que se abrieron las puertas.Y ella lo vio.
Darian. El Rey Licántropo. Sin camisa. Imponente. Tatuajes que se enroscaban como sombras en su pecho y hombros. Tenía los brazos cruzados. Sus ojos… negros como la pólvora. "¡Qué descaro tienes!", gruñó Darian. A Callie se le secó la boca. Le ardía la garganta. "Yo… yo no sabía que me traerían contigo. Lo juro…" Darian dio un paso adelante. La habitación se cerró en seco. "No supliques", gruñó. "No funcionará. No de ti". La voz de Callie se quebró. "Por favor… por Elysia…" El nombre hizo añicos algo. El gruñido de Darian recorrió la habitación. Todo su cuerpo vibró de rabia. La que nace del dolor. De la pérdida. "¿Cómo te atreves a pronunciar su nombre?" Callie se estremeció. "No quise… nunca quise hacerle daño…" "La abandonaste", siseó Darian. Te fuiste. Desapareciste. Te creíamos muerta. Y ahora apareces... atada a mi cama como una puta cualquiera. Las palabras resonaron como un látigo. Callie bajó la cabeza. La vergüenza le quemó la piel. "Sé que no merezco perdón. Simplemente... no tenía a nadie más". Darian apretó la mandíbula. Algo brilló tras la furia. Algo vacío. Entonces se giró. "Llévenla al ala sur", les dijo a los guardias con voz de acero. "Me ocuparé de ella más tarde". Arrastraron a Callie por las cadenas, por pasillos resonantes. Mientras se tambaleaba tras ellos, con las muñecas en carne viva, se aferró a un pensamiento: Se lo contaré todo. Se lo explicaré. Lo arreglaré. "Pensó que ya había caído lo suficiente. Pensó que lo peor ya había pasado. No lo sabía. Todavía no. No lo sabía... Elysia ya estaba muerta".






