La vizcondesa Elara Ashford salió del salón del banquete, apresurada, con el corazón acelerado y una sonrisa de satisfacción en los labios. Sabía lo que quería y estaba decidida a conseguirlo esa noche. El banquete, los bailes y la presencia de Phoenix eran meros obstáculos en el camino hacia el premio mayor: Ulrich. Al llegar a sus aposentos, Elara abrió la puerta con un movimiento decidido y llamó en voz alta:
"Doncella, ven a ayudarme."
La doncella apareció rápidamente, inclinándose respetuosamente.
"¿Sí, señora?"
Elara comenzó a quitarse las joyas y a entregárselas a la doncella.
"Quítame el vestido y prepara los perfumes y ungüentos con fragancias de rosas, lavanda y jazmín. También trae la camisa de muselina que le gusta a Ulrich."
La doncella se acercó, desatando hábilmente los