—¡Imbécil! No estoy jugando, tú eres un hombre comprometido…
—Ya olvídate de esa estupidez, revoltosa…
—No me llames así, y busca a mi padre. Quiero estar con él… por favor.
Valeria estaba tan cansada y medio sedada todavía, que los ojos se le empezaron a cerrar antes de que Andrew entrara por la