Elliot y Richard se miraron como si su padre les hubiera pegado con un bate de béisbol. Casi era más fácil creer que se estaba acostando con Valeria y que podían llegar a tener un hermano, que creer que siempre habían tenido una sin saberlo.
—¿Es una broma, verdad? —preguntó Elliot con el semblante