Debían ser quizás las nueve de la mañana cuando Vanessa intentó pasar su credencial de estudiante por la entrada al estacionamiento universitario, solo para ver una larga línea iluminada en rojo en el aparato, rechazando su tarjeta.
—¿¡Qué demonios!? —Se bajó del auto y volvió a pasar la tarjeta ot