Nathan la miró con una ceja arqueada e incrédula.
—¿En serio?
—¡Claro! La felicidad de una mujer está adentro, y luego afuera, y luego adentro, luego afuera, y así...
—¡Idiota! —se carcajeó Nathan mientras le hacía cosquillas—. ¿Esa es una forma traviesa de avisarme que necesitas más de esta... f