—Por favor... —gimió ella porque su cuerpo quería estallar de una vez.
—¿Por favor qué, nena?
—No lo sé... —se quejó ella y Nathan dejó la sonrisa tierna para después mientras la penetraba despacio pero sin detenerse. No dejaba de acariciarla ni masturbarla y la sangre sobre la sábana hablaba de c