Meli tenía la respiración entrecortada y si bien todavía no tenía los ojos llenos de lágrimas, era evidente que estaba a punto.
—Meli, nena, ¿qué pasa? Dime qué pasa —le suplicó Nathan asustado mientras acariciaba su rostro.
—Es que... no... no me puedo parar —susurró ella y Nathan respiró aliviad