—¡Nathan! —Amelie no pudo evitar el grito de susto cuando vio a Nathan agarrar la tapa de la tetera.
Le siguió un gruñido sordo, una tapa cayendo y un poco de agua hirviendo derramada sobre su mano.
—¡Maldición! —exclamó él y antes de que pudiera reaccionar ya Amelie había tomado la mano lastimada