Mundo ficciónIniciar sesiónEl aire del hospital tenía ese aroma particular que Mariana había aprendido a odiar: desinfectante mezclado con ansiedad, esperanza y miedo. Sus dedos se aferraban a la taza de café que había perdido todo su calor hace una hora, mientras observaba el monitor que registraba los signos vitales de Khaled con esa insistencia mecánica que la tranquilizaba y la atormentaba a la vez.
Nunca pensé que lo vería así, reflexionó, contemplando al hombre que siempre había sido su roca, su protector inquebrantable, reducido ahora a una figura pálida entre sábanas blancas. Los médicos habían sido claros: no era un ataque cardíaco, pero su cuerpo había decidido que ya no podía más. Agotamiento extremo, deshidratación severa, un sistema nervioso que había estado funcionando únicamente con adrenalina durante meses.
—Señora Al-Faya







