IVANA
Me giro y dejo un beso en su mejilla.
—¿Cual quieres montar primero? —le pregunto.
—Me encantaría que me montaras—susurra en mi oído calentándolo malvadamente—pero por ahora vamos a la montaña rusa.
—Me da miedo.
Le digo cuando tira de mí.
—Así que la fiera no es tan fiera como parece ser—me reta—te enfrentas a cualquiera menos a una estructura mecánica.
—Solo porque esa estructura puede provocarme un paro cardiaco—me cruzo de brazos.
—Pensé que te lo provocaban mis besos—se acerca y Dios, porque me pongo como gelatina—¿o es que me tienes miedo?
—Deja de provocarme.
—Entonces ven conmigo.
Quiero hacerlo pese al miedo y esperamos nuestro turno en la fila mientras el en sus dedos enreda una hebra de mi cabello, con su cuerpo grande me cubre del sol y su aroma varonil me está volviendo loca. Estoy demasiado nerviosa por montarme en ese aparato, pero quiero vivir la sensación, siento que me he perdido de muchas cosas lindas y experiencias que llenan el alma de momentos fe