La sala del trono está repleta de sombras. No porque falte luz, sino porque el ambiente es sofocante, denso, cargado de algo invisible que se desliza entre los invitados como una serpiente. La expectación es un veneno que nos envuelve a todos.
Soy la única que tiembla.
No en el sentido físico. Mis pasos son firmes cuando cruzo el pasillo, mi mentón sigue en alto, mis labios no tiemblan. Pero por dentro... Por dentro estoy hecho pedazos.
Hoy me caso con el príncipe maldito.
El hombre al que todos temen.
El que, con una sola mirada, logró sembrar algo dentro de mí