Me tapé con las sábanas y me dediqué a recorrer con la mirada su fracción y su cuerpo que estaba recostado a mi lado desnudo, las venas marcadas en sus brazos largos y musculosos lo hacían ver más sexy de lo que ya era.
—Están llamando a la puerta.
—Ahora regreso— se alza de la cama y se pone el pantalón dejando su torso al descubierto.
Suspiro al verlo desaparecer de la habitación y oculto mi rostro debajo de las sábanas.
Tal vez acabe este día, este momento e incluso esta noche que recién comienza, pero lo que nunca acabará es mi amor por él. Porque me había enamorado de su terquedad, de su forma de ser y de cómo cambió por mí. A veces no se necesita de mucho para amar con intensidad.
Al rato siento algo pesado encima de mi cuerpo, destapé mi rostro y me encontré los ojos de Abel que me mira