Capítulo 10

— ¿Cómo fui tan tonta? — me repito una y otra vez mientras conducía—. Eran la misma persona.

La ignorancia no es pecado, pero cuando este tío se hace el sabio, las ganas de patearle los huevos nuevamente se apoderan de mí.

Todos estos días pasando de mí al no contestar las llamadas y los mensajes y todo era porque sabía que su pequeña según él era, yo.

—Soy una amiga de Abel Molina, le estoy llamando, pero no me contesta ¿me podía dar su dirección? — le pido al de seguridad que trabaja en su empresa.

Duda al principio, pero luego me escribe la ubicación.

— ¡Muchas gracias!

Se escuchan truenos y destellan los relámpagos, empieza a chispear.

— ¡Genial!, lo que faltaba— dije volviendo a entrar en mi auto.

Activo la navegación con la dirección del o

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