Había escuchado muchas cosas en mi vida, cosas buenas que me habían hecho soñar con un futuro lleno de esperanza, y otras que me hacían temer y ver sombras y oscuridad frente a mí.
Aún tenía muchas lagunas en mis recuerdos sin respuestas, pero en este momento de mi vida era una loba feliz.
Iba a tener un cachorro del hombre que amaba con todo mi ser. Una vida que crecía y se movía en mi vientre recordándome a cada minuto su existencia
Sentía que el destino de nuestro hijo ya estaba escrito en las estrellas, y que nada ni nadie podría cambiar lo que había sido predestinado para él y para nosotros.
Todo lo que habíamos vivido Eirik y yo, cada paso que habíamos dado, nos había traído a este preciso instante, a este círculo de protección y sabiduría que nos envolvía con ternura, amor y seguridad.
Esta noche la luna llena brillaba sobre nosotros con una intensidad cegadora, como si la naturaleza misma estuviera celebran