— Conan, ¡grité, atrayendo su mirada furiosa hacia mí! Tu padre no es tu enemigo, muchas cosas han sucedido y se han contado muchas mentiras, ¡pero no somos tus enemigos!
— ¿Estás segura? — Entrecerró los ojos, volviendo a mirar al Rey Lycan.
— Déjalo desahogar su rabia… — Harvey habló perezoso. — Atácame, cachorro.
— ¿Qué? ¿Estás loco? — Gruñí irritada, aun entre los dos. — No van a pelear, ¡no lo permito!
Riendo, el Alfa negó con la cabeza.
— Conan, ¿me odias? — Preguntó el Rey Lycan relajado, pero su voz estaba cargada y afilada.
— Por tu culpa, mi madre murió, al igual que mi tía Victoria. Sí, te odio. — Gritó el cachorro de vuelta a su padre.
— Tenemos una arena de lucha y entrenamiento en la cima de la montaña. Como tu rey, te concedo un desafío donde me enfrentarás, pudiendo descargar toda tu ira sobre mí. — Harvey habló, lanzando un desafío.
— ¿Hasta la muerte? — Preguntó mi sobrino, con un destello tenebroso en los ojos.
— ¡Conan! — Lo miré en estado de shock, asustada.
— Si