La noche termina sin otro traspié.
Después de que, Renzo dona todo lo que ha ganado en las partidas disputadas, salimos del casino.
Nos despedimos de Bianca y Arístides antes de partir al departamento a descansar.
Durante el camino, el silencio es el protagonista.
Al llegar al departamento de concepto abierto, ubicado en el centro de Palermo, no aguanto más e intento saber qué fue lo que en realidad sucedió entre él y Franco.
— ¿Sabes? — comienzo — Tu amigo me causo curiosidad.
Este, está dejando sobre el sofá del salón, la chaqueta de su esmoquin y me fulmina con la mirada.
—Ese imbécil no es mi amigo.
—Bueno, Franco. — Digo, en cambio.
Se endereza y me mira desde suposición con las manos en la cintura.
— ¿Qué quieres saber?
— ¿Quién es Lía?
Lo sé, soy una cotilla.
— ¿Celosa? — arquea una ceja.
—No seas ridículo— respondo de forma rápida.
Muy rápida.
Resopla.
—Lía era una chica que conocí en la universidad. — comienza de manera escueta.
Avanzo por el salón y me voy