La mesa de la sala de conferencias del apartamento seguro estaba cubierta de planos, fotografías satelitales y documentos que Chen había conseguido hackear en las últimas tres horas. Valentina, ignorando el dolor de su hombro herido, dibujaba el layout del Château Bellevue con precisión quirúrgica.

—Tres pisos, dieciséis habitaciones principales, más el sótano que funciona como bodega de vinos pero tiene acceso a túneles del siglo XVIII. —Su lápiz se movía con certeza—. La seguridad ha sido actualizada. Sensores de movimiento en cada ventana, cámaras térmicas en el perímetro, y para la ceremonia, Mariela habrá traído al menos veinte guardias profesionales.

Ethan estudiaba el dibujo con ojos de estratega militar.

—¿Puntos de entrada?

—Cuatro viables. —Valentina marcó con círculos rojo