Cuando el nuevo día había llegado, Christopher ya no se encontraba en la Villa y era de esperarse, así que Eda se había acomodado en la sala posteriormente marca el número de Lucero.
— ¿Aló? — Al momento de escuchar la voz de Lucero, Eda había sonreído.
— ¿Tienes tiempo para mi? — Fue la pregunta realizada por Eda.
— Depende ¿Cuánto vas pagarme?
— Con un sobrino — Lucero se quedo en silencio por unos segundos.
— ¡No! De esos a mi no me gustan, pero me iré a visitarte — Eda ya no le había dicho nada, pero quedaba claro que Lucero ya estaría en camino, y unos 30 minutos después el vehículo de su amiga ya estaba en los Terrenos de la Villa Davenport. — ¿Tienes comida para ofrecerme?
— Deja de ser una glotona Lucero.
— Uno ya no puede ser feliz porque algunos están empeñados en apagar el brillo de la otra persona.
— No eres Foco, Lucero — Al momento en que Eda dice aquello, Lucero no contuvo la risa.
— ¿Hablaste con tu esposo? — Luvero se acomodó en el sofá — ¿Ya aclararon todo?
— No he