Capítulo cuarenta y cinco
Un embarazo y un secuestro
*Cassandra Reid*
Se fue...
Las sábanas aun conservan su calor, no debe haber partido hace mucho. Unas inmensas ganas de llorar me entran de repente y corro a meterme a la ducha para enjuagar las lágrimas.
Anoche compartimos más que sexo y placer. Hicimos el amor. Pensé...
Golpeo la frente sobre las baldosas en tanto el agua se escurre por mi piel.
¿Cuántas veces debo preguntarle para recibir la respuesta que busco? No puedo seguir así, me estoy asfixiando. Vuelvo a sentirme presa como hace años, pero en esta ocasión, presa de mis propios sentimientos porque no puedo darles rienda suelta.
— ¡Mamiiii! —escucho la voz de Ella desde la habitación—. Vamos a llamar a Oakland, date prisa.
<Tarde pero seguro. Aquí está. Ahora voy para Seducida por el Ruso. Besos