Capítulo 8 — El turco.
POV Emma Donovan.
Antalya, Turquía – 36 horas después del yate vacío.
El convoy nos dejó frente a la villa cuando todavía era de noche cerrada. El aire era caliente y pegajoso. Bajé del todoterreno con el fusil al hombro y la sangre todavía seca en las manos. No me había duchado desde la isla desierta. No quería.
La puerta principal se abrió y salió él.
Kaan Demir. Cuarenta y ocho, cincuenta, no importa. Alto, ancho, la camisa negra abierta hasta la mitad del pecho, cicatrices antiguas cruzándole la piel como mapas de guerras que ganó. El pelo negro con canas plateadas en las sienes, barba de tres días, ojos tan oscuros que parecían pozos. Cuando sonrió, fue como si el aire se volviera más denso. Papá y él se abrazaron como hermanos que se reconocen después de veinte años sin verse. Mamá saludó con un asentimiento frío. Sofía ni lo miró. Yo me quedé atrás, sintiendo cómo sus ojos se clavaban en mí antes incluso de que me viera del todo.
—Así que tú eres Emma —dijo, y su voz era ronca,