POV Ángela
Bruno solía decirme que en nuestro entorno la guerra se presenta con elegancia. Esa noche era la demostración perfecta. La ciudad estaba impregnada del frío invernal. Llevaba semanas organizando a su equipo, sellando pactos y asegurándose de que los italianos no sospecharan que él había sido el responsable de la muerte de su líder y de sus hijos.
—Esta celebración no es un capricho, Ángela —me indicó mientras ajustaba los puños de su traje negro—. Es una forma de distraer y de advertir. Desde ahora, no hay dudas de que soy el jefe de la mafia rusa.
Asentí, sintiendo que ese mensaje no era solo para sus adversarios. Aquella noche no solo iba a ser vista como la esposa de Bruno Donovan, iba a dejar claro que había regresado, que no estaba oculta, y que mi padre debía enterarse de que su hija ya no era la misma persona.
Fabiola entró en la sala con un vestido largo, negro y ajustado que me hizo sonreír.
—Es tu noche —me comentó—. Asegúrate de que todos sepan que no eres solo