POV Sofía Donovan.

El sol de Antalya pegaba como un puñetazo en la cara cuando salí al patio de la villa de Kaan. El aire estaba cargado de sal y humo de tabaco, y yo no había dormido más de tres horas desde que aterrizamos. Nadie había dormido. Mamá y papá estaban en la sala de operaciones improvisada, revisando mapas y contactos. Emma había desaparecido después de esa escena con Kaan en el campo de tiro, y yo no tenía tiempo para dramas de hermanas. Gisel estaba ahí fuera, herida, en manos de un psicópata que la había manipulado durante meses. Cada minuto que pasaba era un minuto en el que podía estar sangrando, sufriendo, o peor.

Entré en la sala de mando que Kaan había montado en el sótano: paredes de piedra reforzada, monitores por todas partes, un mapa digital del interior turco proyectado en la pared principal. Venus ya estaba conectada desde Loto, su voz saliendo por los altavoces como si estuviera al lado. Draco revisaba fusiles con tres de los hombres de Kaan, todos ex milit