AMALIA.
—¿Hasta cuándo vas a estar enojada? —lo ignoro—. Llevas días sin querer hablar conmigo.Lo ignoro y sigo comiendo mi desayuno, hasta que este es quitado de la mesa de un momento a otro.—Regrésamelo —le digo molesta.—No hasta que hablemos —me dice— ¿Ya me vas a decir que ocurrió?—Como si no lo supieras ya —le digo.—No lo sé.—Pues que raro porque Bob me dijo otra cosa muy diferente —le digo y él bufa—. Ahora regrésame mi desayuno.Me ve fijamente a los ojos por unos segundos antes de lanzar con fuerza mi comida al vacío, ya que estamos en el balcón de mi habitación.—¿¡Pero por qué...!? —se acerca a mi y me agarra de las muñecas— ¡Suéltame!Intento librarme de él, pero no lo consigo.—Tú y yo no nos vamos a mover de aquí hasta que hablemos —me dice girándome y pegándome a su pecho sin dejar libre mis manos—. No puedes seguir ignorándome.—¡Yo puedo hacer lo que se m