Capitulo 7. Condenada por Amar
Los días siguientes a la gala fueron un remolino silencioso de tensión. Nadie hablaba del beso. Nadie mencionaba la humillación. Era como si no hubiera pasado. Como si Isadora se lo hubiera imaginado. Así funcionaban los Echeverri: lo que no se podía controlar, se debía silenciar.
Pero Isadora no había olvidado. No había dormido bien desde aquella noche.
La tarjeta de Elías Ferrer seguía bajo su almohada, intacta, pero con el borde ya doblado de tanto manosearla. Aún no lo había llamado. No sabía quién era ni qué quería. Pero sus palabras le daban vueltas en la cabeza.
“Las mujeres que aguantan este tipo de dolor… suelen transformarse en algo mucho más peligroso de lo que nadie imagina.”
Esa frase era una herida abierta… y una promesa.
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Una tarde, mientras leía en el jardín trasero, Damián apareció sin anunciarse. Vestía de traje claro, sin corbata, con las mangas remangadas. Se sentó frente a ella como si nada hubiera pasado.
—Te ves… menos pálida.
—Tú te ves más h