La ola mediática
La ciudad despertó en caos informativo. Las pantallas gigantes en las avenidas transmitían titulares rojos:
El caso Morel se tambalea: ¿Quién dice la verdad?
Pruebas apuntan a conspiración contra Isadora Morel.
Amara Leclerc y Damián Echeverri bajo sospecha.
Los periodistas se arremolinaban en los cafés, en los pasillos de los tribunales y en las redacciones, hambrientos por la primicia. El rostro enigmático de Isadora, oculto tras la máscara plateada que usaba en eventos, circulaba como un fantasma entre las páginas digitales.
El mundo, que antes la condenaba, ahora empezaba a preguntarse si no era, en realidad, la víctima de una farsa colosal.
Gabriel, desde su oficina privada en Bruselas, recibió informes cada hora. Los medios internacionales empezaban a fijar la mirada en el caso, y algunos columnistas europeos no dudaban en comparar la historia con una tragedia shakespeariana moderna.
—Todo se está inclinando a tu favor —le dijo él a Isadora, mientras extendía un